viernes, 31 de julio de 2009

ARTÍCULO:

El Manierismo surge en el siglo XVI como superación del clasicismo anterior, es por tanto una “maniera” de ver el clasicismo más que un estilo propio en sí. Nos encontramos por consiguiente con una serie de obras que conocen a la perfección el clasicismo renacentista, pero que lo reelaboran en busca de nuevos efectos espectaculares. Por ese motivo al artista manierista no le interesará la captación de lo vivido, sino la representación teatral de lo acontecido como algo inmerso en un pasado histórico remoto. Los grabados de Martin Van Heemskerck que presentamos siguen esta línea conceptual. En ellos utilizará recursos teatrales y personajes anecdóticos que a veces adquieren más importancia que el propio tema de la obra; existirá también una reelaboración clásica de la anatomía de los cuerpos, y lo que es más importante para nuestro trabajo: una reelaboración conceptual de los elementos históricos a describir.Será esta reelaboración la que nos proporcione por parte del artista la visión de un nuevo mundo clásico a través de sus maravillas. Estos monumentos famosos, contaron desde la Antigüedad con varias descripciones de contemporáneos o de viajeros que habían visto las ruinas que en su momento podían quedar de estas construcciones, no obstante esta información, el artista manierista va más allá de las descripciones tratando de construir a través de ella una concepción intelectual del clasicismo, circunstancia que provoca en la mayoría de los casos un resultado diferente al de la realidad, algo que busca el artista cuando no intenta representar el “objeto” o la “imagen” del hecho en sí, sino la teatralidad de unos acontecimientos que envolvieron a ese mismo hecho.

LAS 7 MARAVILLAS DEL MUNDO ANTIGUAS

La humanidad es una especie curiosa. Cuando hablamos de sus conquistas, la mayoría de las veces lo hacemos refiriéndonos a sangrientas y destructivas expediciones guerreras. Pero de vez en cuando, la humanidad también produce obras de impresionante belleza, destinadas a perdurar durante siglos para hacernos recordar a todos que, cuando queremos, podemos emplear nuestro esfuerzo y talento para construir maravillas. Más que ninguna otra cosa, son estas obras las que nos identifican inequívocamente como humanos. Nos representan ante nosotros mismos... y también, si alguna vez en el futuro acude a nuestro planeta azul cualquier visitante, serán sin duda estas maravillas las que constituyan nuestras principales señas de identidad.De todas las obras conocidas por su belleza o por su grandeza en la antigüedad, fueron siete las más famosas. De ahí el sobrenombre de "las siete maravillas del mundo". Lamentablemente, hoy, con una única excepción, no nos quedan más que las descripciones que hicieron los cronistas de la época. Guiémonos por ellas y emprendamos un viaje imaginario a través del tiempo para conocer las maravillas de nuestros antiguos.

PIRAMIDES DE GIZEH

Es la única de las maravillas del la Antigüedad que ha sobrevivido a nuestros días pese a ser la más antigua de todas ellas. Su origen se remonta a la IV dinastía Egipcia (c. 2560 a.c.) y representa un modelo tipo de construcciones funerarias del Antiguo Egipto. Cuando fue construida, la pirámide tenía 145,75 metros de alto (hoy son diez menos) y la convirtieron en la construcción más alta realizada jamás por el hombre hasta el siglo XIX, momento en el que otras grandes obras ocuparon privilegiado lugar en la escala. Su estructura interior responde a una serie de cámaras unidas por pasillos donde fueron enterrados los cuerpos del faraón y su de su esposa.

JARDINES COLGANTES DE BABILONIA

En la actualidad se discute si en realidad llegaron o no a existir. No obstante su posible realidad, lo cierto es que desde la Antigüedad se hicieron referencias al mismo. Es de suponer que los citados jardines se fuesen construidos por Nabucodonosor en el siglo VII a.c. en honor a su esposa la reina Semirami quien según la leyenda añoraba los bosques y las plantas de su tierra natal. Los jardines, de existir, hubiesen sido unos parques elevados en distintas terrazas, lo que hubiese significado una verdadera obra de ingeniería para poder subir hasta las alturas necesarias toda el agua necesaria para su mantenimiento.

LA ESTATUA DE ZEUS EN OLIMPIA

Esta estatua crisoelefantina estaba en Olimpia en un templo dedicado al padre de los Dioses como protector de la ciudad y de las Olimpiadas que en ella se realizaban. Representaba a un Zeus sentado en un trono (en cuyos lados se esculpieron imágenes de otros dioses) portando una victoria. Fue construida por Fidias (ca.440 a.c.), consistiendo la obra en un gran armazón de madera sobre el que se adosaban diferentes láminas de oro y marfil hasta construir la figura resultante. La obra era colosal, 6,5 metros de planta y una altura de 13 metros, casi idéntica a la altura del templo. Circunstancia que hizo que algunos contemporáneos como Estrabón la criticasen al considerar que se rompía la armonía del conjunto al crear una distorsión subjetiva por el hecho de que el Dios si se llegase a levantar de su trono sobresaldría del edificio horadando el techo del templo.

TEMPLO DE ARTEMISA EN EFESO

El templo era un edificio períptero (127 columnas alrededor) octástilo de orden jónico y con una planta de 80x130 metros. Con una altura de las columnas de unos 20 metros. En este sentido sería parecido a cualquiera de los muchos templos que se erigían en las ciudades griegas, no obstante y a tenor de las crónicas de los contemporáneos se trataba del edificio más bello del mundo: Todo él había sido construido en mármol y decorado con un sin fín de estadtuas realizadas por los mejores artistas del momento como Fidias, Polícleto o Krésilas. Su construcción se realizó ca. 550 a.c., (Templo D) sobre la plataforma de otro templo más antiguo (Templo C).

EL MAUSOLEO DE HALICARNASO

El célebre Mausoleo de Halicarnaso albergaba la tumba de Mausolo, Rey de Caria. Fue construido en el año 353 a. J. C sobre el viejo Artemisa de Éfeso (ver templo Artemisa), tras sufrir este último un incendio que lo destruyo. En Halicarnaso, capital de Caria, murió el rey Mausolo después de un reinado tranquilo y feliz que llevó a su pueblo al esplendor y la prosperidad. Corría el año 353 a.C., y su esposa Artemisa decidió construir una tumba que hiciera inolvidable al rey perdido. Halicarnaso, en la Caria, un estado del Asia Menor. Se trata de una ciudad importante; incluso cuenta con una fábrica de esos extraños discos de metal inventados por Creso que hacen las veces de moneda. La ciudad luce esplendorosa: Mausolo ha conseguido llevarla a su cenit. Pero ahora la ciudad está de luto, pues Mausolo acaba de fallecer. ¿Qué tumba, que sepulcro será suficiente para un rey así? Su viuda Artemisa toma la decisión de no reparar en gastos; y de pronto, es como si toda la ciudad supiera que nunca más volvería a vivir una época tan magnífica como la de Mausolo, disponiéndose a demostrar su reconocimiento haciéndole la sepultura más especial de la historia, tanto, que dará nombre a los "mausoleos" que se construirán en el futuro..