El Manierismo surge en el siglo XVI como superación del clasicismo anterior, es por tanto una “maniera” de ver el clasicismo más que un estilo propio en sí. Nos encontramos por consiguiente con una serie de obras que conocen a la perfección el clasicismo renacentista, pero que lo reelaboran en busca de nuevos efectos espectaculares. Por ese motivo al artista manierista no le interesará la captación de lo vivido, sino la representación teatral de lo acontecido como algo inmerso en un pasado histórico remoto. Los grabados de Martin Van Heemskerck que presentamos siguen esta línea conceptual. En ellos utilizará recursos teatrales y personajes anecdóticos que a veces adquieren más importancia que el propio tema de la obra; existirá también una reelaboración clásica de la anatomía de los cuerpos, y lo que es más importante para nuestro trabajo: una reelaboración conceptual de los elementos históricos a describir.Será esta reelaboración la que nos proporcione por parte del artista la visión de un nuevo mundo clásico a través de sus maravillas. Estos monumentos famosos, contaron desde la Antigüedad con varias descripciones de contemporáneos o de viajeros que habían visto las ruinas que en su momento podían quedar de estas construcciones, no obstante esta información, el artista manierista va más allá de las descripciones tratando de construir a través de ella una concepción intelectual del clasicismo, circunstancia que provoca en la mayoría de los casos un resultado diferente al de la realidad, algo que busca el artista cuando no intenta representar el “objeto” o la “imagen” del hecho en sí, sino la teatralidad de unos acontecimientos que envolvieron a ese mismo hecho.
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